“La Ciudad del oro puro símil al oro cristal, la ciudad del esplendor de la luz, de la elegancia”. Para describir la Certosa de San Lorenzo con la fuerza de las palabras iluminadas del entusiasmo ha estado por años Michele Rizzo. Su guía teatralizada cuenta recitando, por ahora, no esta presente en Certosa, pero imagínenlo en el centro de la Corte externa colmada de piedras blancas radiantes a la luz del sol y también a la de la nieve, mientras cuenta de este monumento comparándolo con la escritura del Paraíso.
La Certosa de Padula no es solo un sitio UNESCO, es un conjunto de piedra preciosa, creatividad, colores, jardines, representaciones. Es sobre todo fascinación y símbolos, vidas secretas y magnificas y, como dice Michele, es “respiro de omnipotencia, de trascendencia, un metarespiro que va más allá de las acciones, los pensamientos y los lazos humanos”. Que con los humanos y en particular con el pueblo ha querido siempre vincularse, y que por siglos ha sido el centro espiritual, cultural, político y económico de todo el territorio circundante del Valle de Diano y de sus poblados.
El respiro del Paraíso en esta Certosa, pensada y querida en el 1306 por Tommaso Sanseverino, Conde de Mársico y Señor del Valle de Diano, para agradarles a los reales anjevinos del Reino de Nápoles y el orden religioso francés de San Brunone, inicia en los jardines y en el parque que los circunda, lugares de placer y de delicia espiritual, manifestaciones de lo divino. Es justamente en aquellas huertas, visitando hoy la Certosa que encontraran jóvenes voluntariosos que han decidido llevar este monumento al centro del territorio y que sea reconocido como la “Certosa extensa”. Este es el nombre de su asociación. 9 jóvenes que, con una idea simple, trabajan con el fin de que el monumento no quede embalsamado en la historia, sino para que desde esa historia y esos símbolos se transforme funcionalmente en “contemporáneo”. Desde una de las celdas de los monjes nace así el huerto de los simples. “Gracias a un socio de los nuestros, herborista y botánico Riccardo Di Novella- cuenta el presidente de la asociación Nicolas Cestaro- hemos pensado de tomar como gestión uno de los jardines de las celdas de los monjes y de dedicarlo a la puesta en (vivienda) de 32 especies distintas de plantas medicinales recuperadas del Parque nacional del Silento, Valle de Diano y Alburni.
Los visitantes podrán visitar las huertas y adquirir las tisanas de los jóvenes en el bookshop de la Certosa, un nuevo espacio preparado justamente en la Spezieria, que simboliza el nuevo curso del monumento en términos de acogida y promoción.
De esto, sabe mucho Filomena Shiapardo, asesora de turismo del Municipio de Padula. “El nuevo curso nace después del acuerdo de valorización entre el Municipio y el polo Museológico de la Campaña. En tanto, se pueden visitar nuevos espacios, de la Spezieria a la Corte antigua, a la farmacia y su reserva, también el área de los víveres alimentarios. Pero la novedad mas grande es la activación de un ticket único de 10 euros que incluye Certosa, Casa Museo Joe Petrosino, Museo Cívico Multimedial y Battistero de San Geovanni de la Fuente. La Certosa se encuentra en el centro del territorio y ya no es un cuerpo aislado. He aquí porque tenemos un logo y una marca único en el nombre de Padula Sistema Museo.
He aquí porque la Certosa forma parte de la red de museos del Valle de Diano”. No solo esto. Hace algunos meses, los eventos en el monumento aumentaron y con ellos también los servicios, como los de audioguías en inglés y en alemán y un sitio en internet centralizado (www.padula.eu).
Hacer que la Certosa sea un punto de referencia socioeconómica del territorio. El objetivo es común a todos y Michele nos recuerda los gloriosos tiempos entre los años 1500 y 1700, cuando la Certosa era un virtuosísimo modelo económico y cultural que resaltaba el modelo social laico del sur, que reinaba desde la indiferencia, pereza y corrupción. “ Una extraordinaria fibrilación cultural que ha permitido a los Priori, vuelos fantásticos desde los monumentos únicos”, y que se han concretizado en los años con las obras más notables del monumento: el escalón elíptico, la extensión del Gran Monasterio, las 24 celdas de los monjes, la Corte externa, la fachada, el monasterio de la forestería, “una ventana de marketing a la antigüedad para dejar estupefacto a quienes entraba”, la biblioteca, la escalera helicoidal, el refectorio, la cocina. La Certosa parece en conclusión ser todavía un ideal de belleza tangible, que tiene aún el poder de estimular y engalanar el alma de un Sur embrutecido y desganado.