El territorio de Salernitano muestra elementos de indiscutida singularidad, mix de su historia milenaria y de un paisaje cultural entre los mas sugestivas que Italia y el mundo se jacta. Sobre este presupuesto y sobre la necesidad de valorizar también las emergencias arqueológicas y monumentales, en la mitad de los años ´90 la Provincia de Salerno – cuya guía había sido apenas elegida – trazó las líneas políticos-programáticas la opción del desarrollo de base cultural. En dos años sucesivos, de hecho, 1997 y 1998, previa instrucción de los adecuados dossier de candidatura, Capofila de un pool de sujetos institucionales, obtuvo la inscripción en la lista UNESCO del Patrimonio material de la Humanidad antes de “los paisajes culturales de la Costa Amalfitana” después de “los paisajes del Parque nacional del Silento y Valle de Diano, con las emergencias arqueológicas de Paestum y de Velia y con la Certosa de Padula”; fueron también, en el área sur, posteriores reconocimientos, propedéuticos y aquel conclusivo, como el relativo a la inscripción en la Lista MAB (Man and Biosphere), reserva de biosfera .
La singularidad certificada por el organismo mundial, expresión de la ONU, esta vinculada a la capacidad de los habitantes de crear un sistema equilibrado cuyas transformaciones operadas en los siglos, y habiendo modificado la ubicación de partes del territorio, no obstante, no hemos eliminado las peculiaridades del paisaje.
En este sentido, sea la Costa Amalfitana, que el complejo Silento -Valle de Diano, aquel de los Alburni – el que recientemente ha sido agregado sin eliminar las peculiaridades del Área Parque – interpretan el espíritu que ha marcado las elecciones de la UNESCO. Por otra parte, la historia milenaria, las raíces de la civilización occidental, dan testimonio de los asentamientos y de las arquitecturas griegas como así también del pensamiento filosófico de la escuela Eleática, las relaciones comerciales entrelazadas con las mas importantes expresiones de la civilización mediterránea, la profunda religiosidad que ha sabido mezclarse con el cristianismo y los monjes orientales, con otras religiones monoteístas representan la más elocuente demostración de apertura al dialogo y a la confrontación cuya actitud naturalizada se abre a la sensibilidad de estas poblaciones en todas las fases de la historia.
Otra fuerte analogía que vincula los dos territorios, aparentemente tan disimiles entre ellos, se relaciona al uso del mar como recurso. En el 1973 fue instituido en Castellabate el primer Parque Marino Mediterráneo; a fines de los años ´80 los Entes locales empujan enérgicamente la hipótesis de las perforaciones petroleras a lo largo de la línea de la costa Amalfitana; a mitad de los años ´90, en el Valle de Diano, fue paralelamente relanzada con determinación firme de las clases dirigentes locales un pedido de perforaciones en la zona entre Sala Consilina y Sassano.
También aquí vale la referencia a la opción ambiental, puesta en valor en la “mancha mediterránea” y las culturas típicas tradicionales, sosteniendo que estas últimas representan un útil instrumento de manutención de los territorios y de la salvaguarda de desastres hídricos-geológicos. No es casualidad que, en noviembre de 2018, en la Lista del Patrimonio inmaterial mantenida por la UNESCO, haya encontrado lugar la técnica de “los muros en seco” y que una década antes, en la misma lista se haya inscripto la dieta mediterránea como estilo de vida de nuestras poblaciones.
El esfuerzo que hoy se cumple es el de mantener un perfil alto en las estrategias de desarrollo local, compatible con las raíces culturales fuertemente las identifica.